martes, 18 de diciembre de 2007

STUPIDI (ESTÚPIDOS)

Camminavo per strada
e in silenzio sentivo
alle spalle la gente
che piano diceva
come tu mi tradisci
e come io son
in casa sola.

Poi qualcuno, con tono
da inutile santo,
era molto spiacente
per me, e proprio tanto.
Che talento sublime
per fare del male
c'è nella gente!

Mio Dio,
che voglia
di girarmi e di gridare:
"Fate voi,
voi che cosa sapete
delle mie cadute,
dei disastri miei".

Stupidi!
Stupidi!
Non ne sapete niente,
niente voi.
Dov'è lui, cosa è lui,
voi non ci arriverete
proprio mai.

Amore mio,
amore mio,
vieni a dire qualcosa,
vieni a fare qualcosa,
a trovare qualcosa,
a ritrovare qualcosa
che era in noi.

Stupidi!
Che stupidi!
Quel che penso e che sento,
che ho bruciato e che sento,
che ho rubato e che ho speso,
queste cose la gente
non le sa mai.

Il telefono suona
da mille distanze,
strane amiche ed ancora
più strane alleanze.
Tutte vogliono dire
e non dire il problema
che c'è qui presente.

Ogni sguardo che incontro
nel bar sotto casa
è un incrocio di pena
e di tacita intesa,
e qualcuno poi scuote
la testa per dire:
"Capitolo chiuso".

Mio Dio,
che voglia
di girarmi e di gridare:
"Fate voi,
voi che cosa sapete
delle mie cadute,
dei disastri miei".

Stupidi!
Stupidi!
Non ne sapete niente,
niente voi.
Dov'è lui, cosa è lui,
voi non ci arriverete
proprio mai.

Amore mio,
amore mio,
vieni a fare qualcosa,
a salvare qualcosa,
vieni a dire qualcosa,
possiamo dire ogni cosa
se tu lo vuoi.

Stupidi!
Che stupidi!
Lui mi ha solo amato,
io si l'ho capíto
e l'ho anche lasciato.
Ecco quello che invece
non dirò mai.

Io si l'ho capíto
e l'ho anche lasciato.
Ecco quello che invece
non dirò mai!

__________________________________________


Caminando en silencio por la calle, sentía
que a mi espalda la gente en susurros decía,
cómo me has engañado y cómo he acabado
de triste y de sola.
Cómo odio que me hablen en tono beato,
me resulta humillante escuchar,
lo odio tanto.
Qué talento sublime para hacer el daño
anida en la gente.

Oh Dios mío, qué ganas de volverme y de
gritarle fuerte: Tú, tú, ¿qué puedes saber
de todas mis caídas de mi loco ayer?
Estúpidos, estúpidos.
No. No sabes nada, estúpidos.
¿Dónde está, quién es él?
No. Sólo Dios lo sabe y yo también.

Amor mío, amor mío,
ven y dí cualquier cosa,
ven a hacer cualquier cosa,
ven y salva esta casa,
que aún cuando huele a esposa,
fue nuestro ayer.
Estúpidos, sí, estúpidos.
Por ti yo he sentido lo que aún me ha quemado
y no haberme casado,
eso sí que la gente no lo sabrá.

El teléfono suena, una voz a distancia
que me cuenta sus penas.
Qué extraña alianza, y diciéndose amiga,
intenta le diga, tus largas ausencias.
Las miradas se cruzan en el bar de la esquina,
una mezcla de pena y de espera mezquina,
y hasta alguno se estruja el cerebro y opina:
esto se termina.

Oh Dios mío, qué ganas de volverme y de
gritarle fuerte: Tú, tú ¿qué puedes saber
de todas mis caídas de mi loco ayer?
Estúpidos, sí, estúpidos.
No. No sabes nada, estúpidos.
¿Dónde está, quién es él?
No. Sólo Dios lo sabe y yo también.

Amor mío, amor mío,
ven y dí cualquier cosa,
ven a hacer cualquier cosa,
ven y salva esta casa, y nos demos excusas,
y volveré.

Estúpidos, estúpidos.

El sí que me ha querido,
yo soy quien le ha engañado,
yo soy quien le ha dejado,
eso es lo que nunca
nadie sabrá.

Yo soy quien le ha engañado,
yo soy quien le ha dejado,
eso es lo que nunca
nadie sabrá.


No hay comentarios: